25 mayo 2015

De como dediqué mi vida al arte y cambió mi percepción sobre el mundo

No recuerdo cuando fue el último día que pasé sin escuchar a Mozart. Hasta los días en los que no tengo tiempo para respirar, siempre, de manera casi inconsciente, me veo envuelta por una de sus arias e irremediablemente después, me siento bien. Esa es la magia de su genialidad; su naturalidad, como todo surge de manera fluida, sin esfuerzo.
Recuerdo cuando fue la primera vez que escuché el Réquiem, durante mi más tierna infancia, de la mano de mi profesor de piano, Jacinto. Jacinto era uno de esos hombres que desprendía un aura atrayente y eléctrica, del tipo que sólo las personas con sensibilidad artística pueden irradiar. Y mi perra Nora debía notarlo, porque siendo de naturaleza arisca, se volvía loca, literalmente, cada vez que notaba su presencia cerca de la puerta de entrada. Y no era la única, su olor le precedía, olor a madera, a flores y a música. Era un hombre locuaz y dicharachero, de esos hombres que cuando aman algo lo hacen sinceramente y saben transmitirlo de una manera especial a los que les toca,  afortunadamente, estar bajo sus alas. 
Con Jacinto y mis padres aprendí a apreciar la música clásica. Mi madre, que tocó el piano durante toda su vida hasta que llegó a la madurez, es una mujer a la que  su sensibilidad, a veces poco inteligente desde mi punto de vista, la tiene dominada de una manera maravillosa y desde pequeña supo transmitirme la pasión que despierta la música y el arte.  
Mi padre, por otro lado, es un hombre extraño de estudiar. No le considero un hombre serio. Es un hombre bastante extrovertido y amable, con ojos bondadosos y afectos controlados. Sin embargo, es  reservado, hermético y casi misterioso. Detrás de su apariencia poco próxima a las artes se esconde una persona que, a pesar de no haberlo practicado, ama el arte, la ópera, el teatro y el cine. Con él escuché las primeras óperas y fue de la mano de La Flauta Mágica cuando comprendí que no pasaría un sólo día de mi vida sin escuchar al menos diez minutos de Mozart. Así fue como comencé a comprender que mi naturaleza artística me iba a acompañar toda la vida, formaba parte de mi ADN y es lo único sobre lo que no he dudado nunca y cuya pasión nunca ha amainado, al contrario, según he ido madurando y aprendiendo, ha aumentado hasta el punto en el que duele. 
Tardé muchos años en madurar mi visión sobre Mozart , las óperas y el ballet. Mi entrada en la carrera de Arte fue el empujón que sin duda necesitaba. Nunca he sido muy práctica a la hora de decidir que estudiar, no he intentado seguir un hilo lógico, ni he seguido una estrategia. Solo he seguido mis sentimientos y mi entusiasmo y creo que es lo mejor que he hecho en la vida. Como trabajo de fin de carrera decidí hacer un estudio sobre las óperas de Mozart y encontrar un nuevo modo de relacionarlas. A pesar de que pensaba estudiar después arqueología y que sabía que hubiera sido más lógico  hacer el trabajo sobre algo relacionado con lo que posteriormente iba a hacer, no dudé en embarcarme en el proyecto.
Escuchar todos los días fragmento a fragmento todas sus óperas se convirtió en algo que marcaría mi persona.  Conocer a Mozart más profundamente cambió mi forma de ver el mundo. Cambió mi forma de pensar, de relacionarme y sobre todo de sentir. Con Don Giovanni conseguí ver aquello que hasta entonces ni siquiera sabía que existía, ahora entiendo, salvando las distancias, el éxtasis de Santa Teresa. Aunque no es algo exclusivo sólo de la ópera, ya que también lo he sentido bailando ballet, escuchando flamenco en vivo o pintando, si  que es algo exclusivo de Mozart. 
Mozart estuvo adelantado a su tiempo y por ello atormentado. Mozart supo acercar algo que no es tangible al mundo terrenal. Mozart supo mirar más allá y su visión perdurará para siempre. Mozart estará siempre en el alma de mi profesor de piano, de mis padres, en la mía y en la de cada persona que se haya acercado a él un poco más de lo normal. De él podría estar  hablando toda la vida.  
Lo más emocionante del arte es que no se puede expresar lo que se mueve en el interior de cada persona de manera completa. Es por ello, que el ser humano tuvo el impulso de expresarlo de múltiples formas y si algo tengo claro es que nunca dejaré de expresarlo, porque el arte es aquello por lo que vivo, por lo que me muevo y por lo que respiro. El día que no sienta electricidad en el pecho cuando baile, pinte, escriba o me ponga un aria de Mozart, sin duda habré muerto.

21 mayo 2015

Hagas lo que hagas, ámalo. CINEMA PARADISO


A la hora de escribir sobre la clásica Cinema Paradiso, más que una reflexión o crítica sobre una película, me sale una reflexión sobre la nostalgia y los sentimientos humanos reflejados a través del arte. Cinema Paradiso es una declaración de amor al cine a través de los ojos de un niño enamorado del cinematógrafo, de los ojos de un joven enamorado de la bella Elena y de los ojos de un Totó inundado por los sentimientos y la nostalgia de los hechos pasados.


¿Qué hay más poético que el pequeño Totó guardando los fragmentos de besos y caricias censurados de las películas  que manipulaba su amigo y mentor Alfredo en una caja? Si hay algo con lo que no estoy de acuerdo es con la afirmación de Alfredo de que "vida no es como en el cine, sino que es mucho más díficil". Discrepo. El cine es la vida misma y la vida es igual de emocionante que el cine. Y Cinema Paradiso nos cuenta a gritos a través de escenas cotidianas, verdades y sentimientos, situaciones que todos hemos vivido en nuestro día a día o que vamos a vivir. El cine tiene la capacidad de hacernos sentir nostalgia de algo que aún no hemos vivido, pero que sospechamos que vamos a vivir.
Tornatore acompañado de la preciosa partitura de Morricone crea un auténtico sueño para cualquier cinéfilo. Si bien es cierto que algunas partes de la película se convierten en "trampas demasiado autocomplacientes" para el espectador, el final es  uno de los más emotivos, poéticos y sinceros que he podido ver en la historia del cine. Hagas lo que hagas, ámalo. Y ames lo que ames hazlo de manera sincera y sin límites. Salvatore amaba lo que hacía y amaba de una forma pura y sincera. Cinema Paradiso trata temas sencillos y cotidianos, en los que todos nos vemos reflejados. Quizás sea esa sencillez lo que hace  que se convierta en magia, poesía pura.



17 mayo 2015

LO BELLO Y LO SUBLIME. "EL ESPEJO" DE TARKOVSKY

¿Quién dijo que la belleza era fácil? La belleza es tremendamente complicada. Aunque reconozco que siento cierta debilidad por los artistas rusos, en este caso creo que está completamente justificado. La trama pasa a un segundo plano y el espectador pasa a convertirse en el hombre, la mujer, la madre y el niño por separado y todos a la vez. Espejo en el que te ves retratado y en el que se refleja la magia, los sueños, el llanto, la risa, la pérdida de inocencia, la vida y la muerte; un arte desmesurado que trasciende a un plano sensiblemente superior. 


La presencia de Leonardo da Vinci no es vano. El fuego bajo la lluvia, los niños en la nieve, la presencia constante del agua, el viento soplando sobre la hierba, el barro que se pisa con pies descalzos que moldea y embadurna..toda la película es una obra de arte continúa, cuadros inspirados por el mismo Da Vinci. No es de extrañar que Bergman le considerara el más grande de todos, tan solo a la altura de Buñuel, Kurosawa y Fellini. Y es que su genialidad no pasa inadvertida, aunque se necesite una segunda vez para poder captar todos los detalles.  



Una vez entras dentro del mundo de Tarkovski, y esto es una constante que me pasa con todos los grandes del cine, más de una imagen se queda grabada a fuego de por vida. Y es aquí cuando puedo reflexionar sobre la capacidad de las palabras. Hay veces que los pensamientos de un ser humano no pueden ser expresados por palabras, es insuficiente, se queda insípido, blando, inacabado. 


Esta autobiografía del director no es un intento de hablar de sí mismo, sino de mostrar sus sentimientos hacia la gente que amaba, "de mi relación con ellos, de mi perpetua piedad por ellos y de mi insuficiencia para poderlos recompensar por lo que me dieron. Aquello que el Narrador recuerda en un momento de crisis extrema, le causa dolor hasta el último minuto y le llena de pena y ansiedad".


12 mayo 2015

La necesaria y bella 8½ de Fellini

Si algo puedo decir de la película 8 y medio de Fellini es que es un regalo. Y no solo por la genialidad artística que respira esta película en cada uno de sus fotogramas, sino porque Fellini entre sin reparos su personalidad al público."No tengo recuerdos espectaculares. Además los vacié todos en mis películas. Los anulé cediéndolos al público. Ahora ya no distingo entre lo que pasó realmente y lo que he inventado".




Ocho y medio es una película extraña, onírica, en la que los recuerdos se mezclan con las extrañas vivencias presentes y los abrumadores momentos delo futuro. No se trata de una película de fácil composición, ni comprensión, en especial si el espectador se obsesiona con intentar establecer una lógica durante el desarrollo del guión. De hecho, es probable que en su primer visionado se sienta cierta frustración al no haber podido retener todos los detalles. La principal virtud de esta película es que es bella, bella, extraña y necesaria. Remueve nuestros sentimientos más primarios y nos ofrece imágenes difíciles de olvidar y que más tarde el cine ha reinventado en múltiples ocasiones. 




 Especialmente identificada me he sentido con el recuerdo de esta película, en cómo el hombre siempre retrocede al pasado para poder comprender el presente. El recuerdo de "todas las personas a las que no supe amar". Las imágenes en las que nos muestra sus miedos primigenios e infantiles o sus amados desfiles circenses tienen un aire siniestro que no deja de atraernos de manera descontrolada, sublime y bella.
Poder meterse en el "alter ego" de Felini a través de esta película en la que nos muestra su particular visión de la pérdida de la creatividad es un acto de valentía tan gratificante como necesario.