18 agosto 2015

El principio de la Teoría de Charles Chaplin

Empezaba a estar preocupada por mi incontrolable admiración y divinización hacia Charles Chaplin. Pero resulta que al final este sentimiento tiene explicación. Gracias al cine de aquel hombrecito algo patoso en escala de grises, mi compresión hacia el cine y la sociedad de la época (y la actual) ha aumentado considerablemente.
El lunes me desperté y como el universo de Chaplin parece estar expansión, tardé más de lo habitual en encontrar mi ropa, qué por otra parte se componía de unos ajados pantalones que me estaban enormes, unos zapatos cuatro veces mayores que mi pie y un bombín. Hacía frío y tenía hambre, así que me senté en una mesa de madera, que no recuerdo haber visto ahí en mi vida, algo coja y con astillas. No le doy importancia a causa del hambre y me pongo a comer: la suela es como un filete, los clavos como espinas de pescado y los cordones como espaguetis...¡El guiso es un zapato! Por todos estos motivos salí con retraso para ir al trabajo, y como retrocedí unos cuantos años atrás y llevaba unos zapatos que me hacían tropezar, me fue muy complicado coger un taxi. Cuando por fin llegué al trabajo y me acerque a mi jefe para explicarle la demora, resulta que no fui capaz de articular palabra, solo fui capaz de gesticular, sonreír tímidamente y como mucho sacar algunos cartelitos con frases explicativas. Esto unido a que podría ir mejor vestida, fue tomado como una falta de respeto por su parte. En realidad aunque no pudiera hablar se me entendía perfectamente, intenté explicárselo, pero de nuevo solo pude mover los labios y ser adorablemente expresiva. Esto sin duda, aunque le arrancó una sonrisa, le causó cierta sensación de confusión y me dijo que si el tiempo y el espacio cambiaba y conseguía volver al presente, me subiría el sueldo.