15 octubre 2016

Poema N°4

Estoy durmiendo sobre la luna,
en el reflejo de su cuerpo, de su montura.
Nunca he sido una mujer mundana
y te espero desnuda, bajo su manta.

Hueles a lágrimas y a sueño,
a silencio y esperanza.
Hueles a lágrimas y a sueño,
a flores y agua.

Estoy durmiendo sobre tu alma,
y el peso del silencio me hunde
en tu pecho, en tu espalda.
Y me envuelvo en tus sueños,
ya no son solitarios.

Respira. Calma.

Puedo dormir sobre tu pecho esta noche
sobre la luna, sobre tu alma.
Puedo dormir sobre el mar,
pero no te puedo lejos,
te quiero cerca, en mi espalda.

Estamos en un lugar callado
rodeados de estrellas
y solo oigo tu aliento,
tus esperanzas.

Hueles a sueño y lágrimas,
a vida, a espíritu.
Hueles a sueño y lágrimas,
a estrellas, a muerte, a eternidad.

08 agosto 2016

Mis hojas crecen con tu voz evaporada

Cuándo el dolor del alma
me envuelve en la noche,
me apego a tus brazos
como una enredadera.

Dónde el silencio me oprime,
las hojas crecen con tu voz evaporada.

Cuándo el dolor del silencio
me acoge en la noche,
afino mis palabras
para que tú las oigas.

Dónde el silencio me oprime,
las hojas crecen con tu voz evaporada.

Y mis palabras me hieren,
dominando mi prosa cultivada.
Y mis palabras son tuyas,
transformando mi dolor
en una hiedra descontrolada.

Las olas aún las arrastran.
El viento aún las comprime.
Y sólo cuando tu voz
alimenta mis ramas,
puedo echar raíces
en tu cuerpo, en tu cama.

¡Por fin podemos ver
nuestras propias almas!

06 julio 2016

Como árboles de invierno

Anhelo tu espera,
como el preludio del verano.
Anhelo tus caricias,
como las del primer día.
Estoy empezando a soñar,
y tu mano se encuentra con la mía.

¿Puede un corazón,
 lleno de flores marchitarse?
¿Puede nuestro amor,
de nuestra sangre beber?

Cuándo la brisa besa la hojas,
tiemblan como pájaros infinitos,
como hierbas azotadas.

Cuándo tus labios besan mi pecho,
tiemblo como arroyos dibujados,
como árboles de invierno.

Se acerca el viento, ¿puedes oírlo?

Amo tus ojos cada noche,
tus miradas infinitas, chispeantes...
y como me miras de forma inesperada,
cuando me pierdo en el fuego
de tu pasión ardiente.

¿Puede un corazón
lleno de flores marchitarse?
¿Puede nuestro amor
de nuestra sangre beber?



30 junio 2016

Como el torrente a la lluvia

Déjame entrar, a un lugar
dónde pueda calentarme.
Dónde el vapor de tus labios
se me suba a la cabeza.

Déjame entrar, y abrázame fuerte,
que te abrazaré yo también, 
con estas manos que son tuyas,
y quieren acariciar el torrente de tus venas.

Déjame entrar y no me sueltes 
durante los próximos cien años.

No más miedo a  envejecer sola,
ni a llorar con la puerta cerrada.
No más miedo a la gente, 
ni al veneno que nos echan.

No más miedo a la incertidumbre,
no más caras amargas.
No más desiertos inútiles, 
llenos de tormentas vacías. 

Déjame entrar y abrázame fuerte,
que yo te seguiré ,
como el torrente a la lluvia.




27 junio 2016

Viaje al País de Nunca Jamás: ida y vuelta.

"El período de la infancia determina nuestro futuro, especialmente cuando nuestro futuro está dedicado al arte o a los problemas internos del hombre" (Andrei Tarkovsky)



Recuerdo muy bien mi infancia, la recuerdo perfectamente porque fue uno de los períodos más importantes de mi vida. Las impresiones que pude recibir por aquel entonces fueron las que marcaron mi vida, toda mi vida adulta. Probablemente, sea la infancia la que haya marcado todas las actividades artísticas. 

El espíritu de la colmena de Víctor Erice




Yo fui una niña muy feliz, creativa, alegre, vivaz, cariñosa...una niña llena de esperanzas y de ilusiones que se vieron truncadas más adelante por el duro golpe de la realidad. Quizás ese toque nostálgico llegó mucho más tarde a mi vida  o al menos eso es lo que yo recuerdo. Y quiso quedarse mucho tiempo.

La infancia de Iván de Andrei Tarkovsky


¿He encontrado lo que buscaba cuando era una niña? Ahora mismo no puedo decir que lo haya encontrado, ya que cuando era niña tenía todas las posibilidades en mi cabeza, sentía que todo era posible, que tenía todo el tiempo y el espacio por delante, sentía que era inmortal.

En realidad, espero que mi infancia siga dentro de mí, cuando pienso que es posible que se haya ido para siempre, siento una gran tristeza. Aún puedo recordar con claridad las sensaciones que percibía, ya que el alma del niño es mucho más intuitiva. Puedo recordar como percibía con más claridad el olor de las flores, como me invadía una sensación de felicidad por besar la playa, como buscaba hadas, duendes y gamusinos por el jardín de la casa de mi prima, como me reconfortaba la presencia de mi padre cuando la muerte me acechaba por las noches, como veía a mi perro como un ser mitológico en el que podría salir volando algún día por la ventana y visitar el país de nunca jamás; ida y vuelta, como una caricia de mi madre me dejaba una sonrisa permanente y como me perdía en los cuadros y libros de arte de mi tío...y sobre todo como le eché de menos toda la vida.

La infancia de Iván de Andrei Tarkovsky

Recordar esas sensaciones me hacen sentir cariño y nostalgia a la vez.

 Quiero pensar que es parte de esa infancia la que todavía alimenta mi creatividad artística, tal y como le pasaba al maestro Tarkovsky.

Quiero pensar que solo por recordar todas aquellas sensaciones las puedo recrear en mi vida, en mi mente, en mi día a día.

Quiero pensar que no se ha evaporado del todo, porque sino no quedaría nada de magia en mi vida.