18 septiembre 2015

¿Quién dijo que la belleza fuera fácil? - A mi gran amiga Sara

Si hay alguien importante sobre la que tengo que escribir es mi amiga Sara. Si nos vamos nueve años atrás, recuerdo a una Sara locuaz y dicharachera cargada de encanto y de grandes, (¡enormes!) dosis de ironía, que no todos pueden comprender. A primera vista, podría parecer una persona a la que podrías encajar rápidamente en unos parámetros, pero nada más lejos de la realidad. Sara es misteriosa, pero no aquel misterio con cierto trasfondo de fatalidad que se ve entre algunos hombres y mujeres de nuestro país. Ella posee un misterio en el tono más positivo de la palabra. Casi como un fenómeno cuántico, cuantos más recovecos de su alma puedas ver, más maravillada y fascinada estarás ante la simple y cruda realidad de su ser.
Tardé unos años en conocerla, supongo que ella tardó otros tantos en conocerme a mí. Y en todos estos años en los que la he ido descubriendo pieza a pieza, te das cuenta de que no puedes completar el puzzle hasta que conoces a sus padres. En cuanto los conocí  más profundamente, no me quedó otra que producir un perplejo "¡ahora lo entiendo todo!" Y simplemente lo encajas.
La virtud que más admiro en mi amiga es su capacidad para generar belleza. Es algo que ni siquiera tiene que pensar. Simplemente la acompaña a todas partes en forma de poesía, teatro o música.
Y es que Sara no pasa desapercibida. Viste siempre con mucho estilo sin tener que recurrir a las excentricidades, tiene los hombros frágiles, pero la espalda esbelta; cabello moreno y fuerte; los ojos grandes, acristalados y castaños revelan una mirada intensa, pero llena de ternura. Aunque, sin duda, lo que más me gusta de Sara es su sensibilidad.
Y así ha ido consolidándose una amistad inquebrantable, casi fraternal, con mi gran amiga Sara. Y como en otras ocasiones me ha ocurrido ya sea por mi personalidad, por el tipo de personas a las que me acerco o porque es algo natural del ser humano, pasamos a tener una relación verdaderamente emotiva sólo aplicable a la amistad femenina. Esta unión y comprensión sólo se puede dar debido al especial vínculo entre féminas. Tanto teníamos y tenemos que aprender la una de la otra, que su amistad me ha enseñado más que los cinco años de universidad en algunos aspectos.

Desde luego, conocer a mi amiga Sara es una experiencia cada vez más enriquecedora no al alcance de todos los seres humanos. Pero ¿quién dijo que la belleza fuera fácil?